Hoy recordamos otro año más de aquel 12 de octubre de 1492, y a más de cinco siglos y cuarto de este hecho, es obligatorio seguir replanteándose algunas cuestiones.
En primer lugar, es innegable el impacto del choque cultural, es innegable el inicio del capitalismo y su hambre devorador de tierras, recursos y mano de obra. También lo fue la necesidad de la Iglesia Católica por expandir el cristianismo e impedir el avance musulmán. El mundo estaba cambiando y América no iba a quedar afuera de esta transformación.
En segundo lugar, hay que reconocer que cuando los europeos llegaron, se encontraron con civilizaciones avanzadas, con increÃbles sistemas de cultivo, con un perfecto conocimiento de las matemáticas y la astronomÃa, con un sistema de creencias y costumbres arraigados en la tierra y en la naturaleza. Sin dudas el impacto fue sorprendente para ambos mundos, pero, solo uno de ellos logró sus objetivos, el otro, fue oprimido, asesinado, robado y arrasado, esa es la diferencia, y a partir de allà la reflexión.
No habrá sido fácil llegar a un lugar tan alejado de Europa y sin más que un puñado de hombres dominar a un continente entero, pero lo hicieron, obviamente no sin sangre y fuego, pero además con una psicologÃa vencedora, una total certeza de que este mundo nuevo les pertenecÃa por voluntad de Dios.
Un dios desconocido para nuestros pueblos, un dios invisible, quién tenÃa su doctrina escrita en un texto que solo ellos, los invasores, conocÃan y podÃan leer e interpretar.
Después de 428 años de aquel dÃa, es nuestra obligación como americanos replantearnos qué lugar le damos hoy a nuestros pueblos originarios, y si de alguna manera no continuamos marginándolos, reconociéndolos solo en esta fecha como los verdaderos propietarios de sus tierras y después, seguir con la misma indiferencia.
Tenemos como sociedad una deuda con nuestras comunidades originarias, debemos de una vez por todas darles el lugar y la importancia que se merecen, hace cinco siglos que reclaman por sus derechos y la única respuesta que recibieron y reciben es represión y desidia por parte del Estado e indiferencia por parte del pueblo.
En el dÃa de la Diversidad Cultural hagamos memoria, pero no solo recordando el impacto sufrido por la invasión, sino que se hizo por ellos desde entonces, desde la formación de los Estados Nacionales. Casi nada, muchas palabras y pocas acciones concretas. Los hemos despojado de sus tierras, los utilizamos para campañas polÃticas, para promocionar lugares turÃsticos, pero jamás pensando en devolverles algo de todo lo que se les ha quitado.
Enseñemos a nuestros jóvenes a respetar e incluir al indÃgena, a valorar y disfrutar de sus culturas ancestrales, su sentido de pertenencia en la tierra que habitan y donde tienen sepultados a sus muertos; a no mirar a un costado cuando los demonizan para seguir saqueándolos, como si ya no hubiera sido suficiente el saqueo.
Nuestra América multiétnica es producto de ese encuentro, a partir de allà un maravilloso sincretismo se expandió, la mezcla de las culturas europea e indÃgena dejó increÃbles muestras en el arte y en la ciencia, conozcámoslo, reivindiquémoslo, pero sin desconocer todo el dolor con el que se llevó a cabo; solo a partir de la toma de conciencia y la revalorización de nuestros pueblos se puede conmemorar el dÃa de Diversidad Cultural, porque sin memoria no hay Historia que se pueda entender ni contar.
Publicacion en el marco de octubre.
Centro de Estudiantes "Los Lapices Siguen Escribiendo".